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Seminario «Cut & Paste» post nota de EL PAIS

Posted by Roberto Balaguer on 15 agosto 2009 in General |

Nota de EL PAIS

Domingo 20.07.2008, 01:30 hs. | Montevideo, Uruguay

SEGÚN DOCENTES DE SECUNDARIA, LOS CHICOS NO TIENEN «CONCIENCIA» DE QUE EL PLAGIO ES DELITO. «PIENSAN QUE ES UNA PAVADA PORQUE ESTÁN ACOSTUMBRADOS A REPETIR».

La letra con plagio entra
Nueva generación del «copio y pego»

Universitarios y liceales recurren a la copia con creciente frecuencia, según los expertos. «No lo viven con culpa ni como una falta y se vendrá un choque cultural», advierten.

M. BARDESIO | M. HERRERA

Copian de todas formas, al compañero de al lado, con el libro abajo del banco o con el celular. O cuando hay que entregar monografías se la bajan de Internet, cortan y pegan». Así describió Valeria, una estudiante de Facultad de Derecho, lo que, en cada período de exámenes o entregas, ve en muchos de sus compañeros. En Secundaria, el docente de historia José Olivera relata que se encuentra con creciente frecuencia con trabajos enteros copiados de la web y presentados bajo el nombre del alumno. «Es gravísimo y nadie parece poder pararlo», considera el profesor.

La semana pasada, los medios se sacudían una vez más ante la denuncia que afecta a un libro de la escritora Helen Velando, cuya similitud con una obra de Luis Martínez Cherro es evidente. Pero detrás de esos casos, flota una realidad aún más preocupante y es que las nuevas generaciones están recurriendo al copy-paste, al parecer sin demasiada conciencia de que es una falta ética grave, y un delito además. Un ejemplo: en la Facultad de Comunicación de una universidad privada se presentaron 15 tesis, de las cuales 4 reprobaron por plagio parcial.

La psiquiatra Natalia Trenchi está absolutamente segura que niños y jóvenes no disciernen que el plagio es anti-ético e ilícito. «Me ha sorprendido que muchos adultos, incluso colegas, ¡ignoran que copiar lo dicho o escrito por otros sin citar es plagio! Todas las instituciones escolares y liceales deberían ser conscientes de los valores que `en realidad` trasmiten a sus alumnos, no en sus clases de valores (artilugio intelectual en el que confío poco), sino en el quehacer cotidiano. Los docentes deberían dejar de aceptar la entrega de trabajos con material de Internet sin procesamiento personal, porque eso significa no al enriquecimiento intelectual y sí al empobrecimiento moral. Deberían dejar de valorar más los logros que el esfuerzo, más el resultado que el proceso. Lo que se aprende en las instituciones es importante, pero allí no están los únicos maestros. Las familias transmiten muchos valores corruptos cuando comentan con admiración el supuesto éxito, valorando sólo lo económico sin importar la honestidad o decencia.»

El psicólogo Roberto Balaguer, referente en área tecnológica, considera que se está formando una suerte de «cultura del plagio». «En los adultos puede provenir de una situación psicopática (sin límites y con ética difusa). Me ocurrió a mí: un profesor de una universidad de Cataluña en España, Jose Antonio Gabelas, me plagió un extracto de un libro, en un trabajo que presentó en una revista virtual académica. Cuando se lo indiqué, me preguntó con todo desparpajo: ¿quiere que lo cite o saco esos párrafos?» Sin embargo, así como es condenable en adultos, que saben que está mal, los jóvenes no. La lucha será terrible porque las nuevas generaciones no tienen incorporado el concepto de plagio. Se da un gran choque: toda una cultura que se ampara, necesita y vive del copyright, y dice aquí hay un avasallamiento de mi autoría, contra otra que afirma que la creación, una vez que `está colgada` pertenece a todos. Lo claro es que los jóvenes no viven el `copio y pego` con culpa, ni en la escuela, liceo, universidad, ni siquiera en las maestrías o doctorados».

El asunto lleva a la pregunta sobre qué conciencia tienen los estudiantes sobre la magnitud delictiva del plagio. «Muy poca», responde la directora de Secundaria Alex Mazzei, también docente de historia. «Los chiquilines están tan acostumbrados a repetir de memoria cosas que les decimos, que después es muy difícil explicarles que el aprendizaje no es copiar», añade la jerarca. Para ella, la clave está en el docente, quien debe plantear ejercicios que motiven la capacidad de análisis propio de cada estudiante y a la vez, «hacer explícito lo implícito». «Antes, había una cultura general en la que más o menos todos estábamos de acuerdo y la copia estaba mal y punto. Ahora no se puede dar nada por sentado porque muchos no saben eso».

Hace dos años, en el Liceo 3 de Maldonado, se realizaron talleres sobre «conciencia de delito». Con participación de policías y jueces, se buscaba provocar en los adolescentes reflexiones sobre cuáles eran las conductas que estaban sujetas a sanción penal y cuáles no. Resultado: ninguno sabía que el plagio era un delito y también desconocían que falsificar la cédula de identidad constituía una falta penal. «Qué va a ser delito, eso es una pavada», decían los chicos según la directora de aquel liceo, Betina Galeto. «De todos los que participaron, creo que dos tenían la cédula original. Los demás la habían falsificado para entrar al baile», añade.

El fenómeno retorna a la discusión sobre el rol del docente. «Hoy, enseñar se vuelve mucho más complejo que antes; todo hay que enseñarlo y por eso en este nuevo programa, incorporamos formación ciudadana en materias de tercero y quinto año», asegura Mazzei.

El horizonte de la copia se vuelve más complicado porque con el Plan Ceibal, los escolares se transformarán en liceales con un amplio acceso a Internet, toda una tentación por sus millones de trabajos y monografías a disposición. «El problema no es Internet, que será una gran herramienta, pero tiene que estar acompañada por una función docente que estimule la creatividad y capacidad crítica de los estudiantes», asegura Mazzei.

¿Están formados los docentes para el desafío? «Hay excelentes profesores y otros que no», responde la directora de Secundaria.

SIGLO XXI. El plagio, según la psiquiatra Trenchi, ocurre entre otras cosas por los mensajes que la sociedad envía a niños y jóvenes: difusos límites entre lo que es verdad y lo que no. «Existe una sobrevaloración social del camino más corto y con menos esfuerzo para llegar a los objetivos. Esos mensajes están instalados todo el día en el clima cultural que respiran las nuevas generaciones, sin que existan con esa fuerza otras voces y actitudes que antagonicen y reinauguren el valor de la verdad, honestidad y de lo que está bien».

El profesor José Olivera traza una breve historia de la copia. Del clásico ojeo al trabajo del compañero de banco, se pasó al «trencito» de los `80 y `90 y ahora estamos ante instrumentos mucho más sofistificados. Celulares, Ipods y hasta relojes con capacidad de guardar textos son usados por los estudiantes.

El problema del plagio, según Olivera, se agravó cuando las reformas de la enseñanza en la década del `90 incorporaron las monografías como instrumento de evaluación. Antes, todo se basaba en el escrito mensual, donde podrá copiarse, pero alguna idea debía tenerse de los temas de estudio. «En las monografías, muchos docentes se encuentran con trabajos enteros bajados de Internet. Más allá del plagio, está revelando algo mucho más grave que es la falta de capacidad de análisis y crítica de los estudiantes. Uno les pregunta: `muy bien, Fulanito, tú presentaste ese trabajo, pero ¿qué dice?, ¿qué está planteando?` y los chiquilines no saben. Dicen que lo sacaron de Internet, y para ellos eso es la pura verdad porque está en la web», dice Olivera.

Las sanciones para el plagio en Secundaria las define cada docente. Él, en particular, resuelve no corregir los trabajos copiados y le explica al estudiante que la idea es que lo hagan ellos por su cuenta.

Alex Mazzei defendió el instrumento de las monografías en que se busca desarrollar la capacidad argumentativa de los estudiantes. Según ella, Secundaria demanda a los docentes que deben enseñar en tres ejes: el conocimiento «disciplinar» (lo que requiere más memoria: fechas históricas, fórmulas matemáticas….), en valores ciudadanos y, por último, el desarrollo de la capacidad de argumentar, de unir conceptos y conocimientos. «Esto es dificilísimo hoy cuando en la sociedad toda hay una falta de debate. Lo vemos en los adultos: unos están en una posición y otros en la opuesta, pero no debaten los argumentos que los llevan a enfrentarse y nunca se encuentran», asegura Mazzei.

Y de nuevo, para evitar la copia, carga la responsabilidad sobre el docente. «Debemos estimular la creatividad y ser creativos nosotros en la propuestas que hacemos. Si yo planteo un ejercicio en el que los muchachos tienen que aplicar los conocimientos para resolver un problema, no hay lugar a la copia. En vez de `tráiganme una monografía sobre Artigas` a secas, habría que plantear: `¿qué relación tiene el pensamiento de Artigas con el de Bolívar?` o `¿qué aspectos de las ideas de Artigas se mantienen en el Uruguay de hoy?`, propuestas que generen la capacidad creativa y reflexiva», asegura Mazzei. Tales directivas están incluidas en los programas educativos de Secundaria y son obligación para los profesores. «Pero es difícil. A veces, algunos docentes no entienden cosas simples como `no podés ir a clase con una remera que se te vea el ombligo porque el alumno va a mirar más tu ombligo que tu clase`. Lo decimos pero no lo entienden».

La directora Galeto coincide en que la enseñanza actual avanza hacia estas propuestas «más creativas» y que es la única arma contra la «cultura del plagio». «Cuando nosotros estudiábamos, las pruebas eran `defina epopeya` o `qué países participaron de la Primera Guerra`, o sea que era muy fácil de copiar».

Pero que las propuestas sean más pensadas tampoco arreglaría la situación. Hoy existen empresas y sitios webs que ofrecen a los estudiantes hacer monografías a medida (ver nota aparte). José Olivera recuerda un caso a nivel de docentes. «Hace un año hubo un concurso para cargos en el que había que presentar un trabajo sobre el rol del adscripto y nos encontramos con varias empresitas que ofrecían hacer la monografía. De hecho, hubo un par de trabajos que eran exactamente iguales», añade el profesor.

En docentes, parece poco creíble hablar de «inconciencia». Pero en los jóvenes y según Balaguer, «la concepción del copio y pego no es vivida como algo que avasalla o que moralmente esté mal. Pero la enseñanza sigue funcionando con otra lógica, entonces ambas concepciones chocan. Es muy difícil, porque no es un joven, son generaciones enteras. Vamos hacia un cambio, sin duda».

COPIANDO EN GRANDE. Valeria, de 21 años, lleva varios años en Derecho y no le gustan los copiones. «Me dan mucha rabia los que lo hacen porque al final sacan la misma nota que los que estudiamos». ¿Y los docentes? «Algunos se dan cuenta, pero la mayoría no», responde.

Como en otras facultades, existe la posibilidad de exonerar materias a través de monografías. Allí es donde el riesgo de plagio se incrementa. Tal vez por inocencia o negligencia, muchos docentes no hacen el chequeo en Internet. O como dice Valeria, «muchos tienen sus preferidos en clase y ni se imaginan que están copiando».

La superpoblación podría explicar la distancia del profesor. En condiciones normales, como dice José Olivera, un docente sabe «lo que puede rendir un alumno».

Un profesor universitario recuerda varios casos de plagio en tesis de grado. «Sospecho cuando veo párrafos bien escritos y otros muy malos. Algo raro pasa y pongo en Google alguna frase y salta, siempre salta», añade el docente.

El quid, finaliza Balaguer, es cómo conciliar lógicas distintas como la académica y la de las nuevas generaciones, inmersas en culturas tan diferentes. «Existe todo un debate entre los jóvenes sobre las cosas que se les piden, que ellos consideran `sin sentido`. Si las tesis sirven para algo, por ejemplo, los inquieta. No tienen tiempo de hacer cosas que no les servirá de nada en el futuro. Habría que replantearse, también desde la docencia, lo que los jóvenes consideran `sin sentido`. Por otro lado, los universitarios deben saber que hoy rigen las normas de la academia, guste o no».

En Internet

A medida

Varios sitios de la Red ofrecen la realización de tesis y monografías a medida del estudiante. Algunos de ellos son: www.termpaperrelief.com; www.duenow.com; www.masterpapers.com; www.essaytown.com; www.bigpapers.com. Para contrarrestar esas facilidades el sitio www.turnitin.com es especial para el mundo académico a efectos de demostrar plagios.

Repitiendo melodías

El plagio no existe sólo en la esfera literaria, sino también en las demás artes y entre ellas, la música. El último caso de copia musical más sonado tiene por protagonistas a los uruguayos Roberto da Silva y Alberto Triunfo, compositores de la canción Uruguay te queremos ver campeón. Ellos argumentan que la cantante española Rosana tomó fragmentos de esa melodía en su tema Soñaré.

Hugo Di Carlo, abogado asesor de Agadu, asegura que el proceso judicial se ha iniciado en España y se espera de una resolución judicial o un acuerdo con Rosana para solucionar el entredicho.

Di Carlo explicó que las denuncias de plagios musicales no son frecuentes en el país y estimó en 10 la cantidad del año pasado. «Muchas veces, un autor escucha una canción en una publicidad, por ejemplo, y la reconoce como una suya. Ahí empieza la reclamación». El siguiente paso consiste en el envío de las dos versiones a un comité de tres peritos musicólogos que elaborar un informe sobre si hay o no plagio. «Ellos buscan confirmar que la segunda canción no pudo haber existido sin la primera», dice Di Carlo. En otros países, se cuenta la cantidad de compases que coinciden y si supera los 20, hay derecho a reclamo. Por acá, no existe ese criterio.

De existir un informe favorable a la copia, se inicia el proceso. Pero Di Carlo explica que la mayoría se resuelven de «modo privado». «Si es una empresa, en general no quiere que las cosas tomen estado público, reconoce el error e indemniza».

A nivel internacional, se han repetido denuncias de plagios, hasta en la farándula. Por ejemplo, Iliana Calabró acusó a Rocío Marengo de plagio de su tema Bum-bum. Es que la canción El baile del koala, de Marengo es muy parecida, en especial al comienzo. El asunto fue comidilla de los programas de chimentos, pero no pasó de ahí.

Estos días, en Francia, un desconocido cantante francés, Thierry Desseux, acusó de plagio a Carla Bruni, cuyo último disco se llama Como si nada, el mismo nombre que Desseux dio a su primera obra.

Miradas de la copia

Natalia Trenchi

PSIQUIATRA INFANTIL

«Estoy segura que los niños y jóvenes no saben con claridad que el plagio es ilícito y anti-ético. Reciben mensajes confusos. Personalmente me ha sorprendido que muchos adultos, incluso colegas, ignoran que copiar lo dicho o escrito por otro sin citar ¡es plagio!

Miguel Langón

ABOGADO PENALISTA

«La reproducción ilícita forma parte de los delitos contra el autor, una legislación bastante reciente que dio lugar a nuevas figuras favorecidas por la tecnología. Igual, falta un gran capítulo sobre delitos informáticos: ¿qué pasa cuando la falta ocurre en ese espacio?

Roberto Balaguer

PSICÓLOGO

«Los jóvenes viven en una cultura del `copio y pego` sin culpa alguna. Cuando se los interroga, dicen: `lo bajé de Internet`. No hay malintención, pero sí se da un gran choque, ya que no conocen el concepto de plagio. Cuando está colgado en la red, pertenece a todos, piensan».

Alex Mazzei

DIRECTORA DE SECUNDARIA

«La copia depende siempre del profesor. El problema es para quienes trabajan con el conocimiento `memorístico` y ahí no le veo sentido ni a la clase, ni a la copia porque yo sé algo de memoria y después me olvido. El desafío es que la clase tenga sentido para los alumnos».

Indemnización y disculpa en el caso Velando

La editorial Santillana y la familia del autor Luis Martínez Cherro llegarían esta semana a un acuerdo para saldar una disputa por la denuncia de plagio contra la exitosa escritora Helen Velando. De este modo, se evitaría que el caso llegue a los estrados judiciales.

Así lo informó el hijo de Martínez Cherro, Juan José Martínez, aunque se negó a dar detalles del acuerdo «porque todavía no hay nada firmado».

Fuentes cercanas al diálogo aseguran que habría una indemnización a Martínez Cherro y un pedido de disculpas al autor. Se desconoce, sin embargo, si la misma Velando pedirá esas disculpas o lo hará sólo su editorial, Santillana.

El caso salió a flote la semana pasada cuando la familia de Martínez Cherro denunció que varios párrafos contenidos en el libro Los piratas del Santa Lucía (2006), de Velando, coincidían exactamente con un texto anterior de Martínez Cherro, Crónicas de la costa (Banda Oriental, 1999). El plagio fue detectado por una maestra de Maldonado que leyó ambos textos y llamó a las editoriales de los autores en cuestión.

Desde este episodio, Velando no ha dado ninguna versión pública de lo sucedido. Ha sido Santillana, a través del gerente Fernando Rama, quien dio algunos detalles del proceso de negociación. «Es probable que esta semana se resuelva», adelantó Rama.

Se especula con las repercusiones que esta situación podría tener para Helen Velando, una de las escritoras de literatura infantil y juvenil más reconocidas del país. Rama añadió a Montevideo.com que la editorial no tomó por el momento ninguna decisión, por lo que el programa de edición del próximo texto de Velando se mantiene incambiado.

Helen Velando, de 47 años, ha publicado 16 libros para niños y adolescentes, entre los que se destacan la saga de Los Cazaventura, compuesta de cinco textos. Por tres años consecutivos (2004, 2005 y 2006) obtuvo el Premio Libro de Oro por el texto más vendido del año.

Luis Martínez Cherro tiene cerca de 70 años y por cuestiones de salud ha delegado las reclamaciones en sus hijos. Además de Crónicas… publicó Por los tiempos de Francisco Piria y El sol de los venados.

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